lunes, 3 de septiembre de 2012

¡CUIDEMOS NUESTROS DIENTES!







Lávatelos por lo menos dos veces al día -después de desayunar y antes de acostarte por la noche. Si puedes, lávatelos también después de la comida y después de comer algún dulce.


 • Cepíllate todos los dientes, no solamente los que están delante y se ven más. Dedica un tiempo a los dientes laterales y a la cara interna de todos ellos. 
• Dedica tiempo a lavarte los dientes, por lo menos tres minutos cada vez. 
• Asegúrate de que tu cepillo de dientes es de cerdas suaves(en el envoltorio pondrá si es suave, medio o duro). Pide a tus padres que te cambien el cepillo de dientes cada tres meses. 


• ¡También puedes cepillarte la lengua para ayudar a mantener el aliento fresco!
• Es importante que vayas al dentista dos veces al año. Aparte de evaluar si tienes caries o enfermedades que afectan a las encías, el dentista te ayudará a mantener los dientes super limpios .

EL SAPO DENTUDO ¡A ESCUCHARLOOO!
Hace mucho, mucho tiempo, hubo un mago que por casualidad inventó un hechizo un poco tonto, capaz de dar a quien lo recibiera una dentadura perfecta. Como no sabía qué hacer con aquel descubrimiento, decidió utilizarlo con uno de sus sapos. El sapo se transformó en un sonriente y alegre animal, que además de poder comer de todo, comenzó también a hablar.
- Estoy encantado con el cambio- repetía el sapo con orgullo- prefiero mil veces las dulces golosinas que seguir comiendo sucias y asquerosas moscas.
Viendo el ragalo tan maravilloso que suponía aquella dentadura para el sapo, y el poco cuidado al elegir sus comidas, el mago no dejaba de repetirle:
- Cuida tus dientes, Sapo. Lávalos y no dejes que se enfermen ni tengan caries. Y sobre todo no comas tantas golosinas...
Pero Sapo no hacía mucho caso: pensaba que su dentadura era demasiado resistente como para tener que lavarla, y las golosinas le gustaban tanto que ni intentaba dejar de comerlas.
Así que un día aparecieron las caries en su dentadura y se fueron extendiendo por su boca poco a poco, hasta que al descuidado de Sapo descubrió que tenía todos los dientes huecos por dentro, y se le empezaron a caer. Intentó cuidarlos entonces, pero ya poco pudo hacer por ellos, y cuando el último de sus relucientes dientes cayó, perdió también el don de hablar.
¡Pobre Sapo! Si no lo hubiera perdido, le habría podido contar al mago que si volviera a tener dientes los cuidaría todos los días, porque no había nada más asqueroso que volver a comer bichos ¡puaj!